"Para librarse del dolor ocurren a Dios, como al dentista; pero para la disipación, buscan vergonzantemente al Diablo y se anegan en todas las delicias del pecado, sin que Satanás oiga alguna vez un ¡Gracias, Diablo mío! Por el contrario, aun tiene que escuchar cómo los hombres, después del goce prohibido, dan gracias a Dios por el placer que obtuvieron..."
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